viernes, 30 de noviembre de 2018

POEMAS DE NOVIEMBRE 2018




POEMAS DE NOVIEMBRE 2018



1 Nov.



Encendemos un fuego

y en silencio nos dejamos llevar hasta el centro,

allí, donde la brasa sostiene el pulso contra la madera.

Una batalla que siempre acaba en nada: todo en ceniza.





2 Nov.



La verdad nos reserva,

frente a frente, una partida de naipes,

aunque nunca nos avisa que tiene las cartas marcadas.





3 Nov.



Nos acecha la oscuridad.

Existe como un ser sin palabras

que camina por ti cuando nada que te rodea

tiene capacidad de delimitar tu pequeño mundo.





4 Nov.



Prescindo de los salmos.

Contemplo la soledad

y siento una llamada interior

por desaparecer poco a poco.





5 Nov.



Escucho el viento sentado en la hierba.

El silencio duerme entre los árboles.

Tal vez sea una forma de hacerte paisaje.









6 Nov.



Se deshace el día con un entorno de oscuridad.

Palabras gruesas que van cayendo

como una tupida nevada sobre nosotros.

Arriba el silencio.





7 Nov.



Desaparecemos. No somos inmortales.

Hay muertes que apenas dejan tiempo

para asentar nuestra huella en el mundo…

aunque una vez muerto a quién le importa

ser pasto del olvido.





8 Nov.



Llega con la lluvia el vórtice del abismo.

En el aire un hilo de muerte recorre la palabra.

Todo el silencio del mundo pervive en ese instante.





9 Nov.



Se viste de rojo el carmín del bosque

cuando el serbal se mece en el quehacer de la niebla

y el silencio es una huella que nos invade.





10 Nov.



Escribo pensamientos tristes

como si tuviera bajo mis pies una tierra baldía

o me inundaran las aguas de un piélago

donde todo fuera quietud.











11 Nov.



Siguen las hojas muertas murmurando.

A veces en ellas encuentro

sílabas perdidas de mi corazón.





12 Nov.



Hay un lento hundimiento en la oscuridad.

Apenas quedara nada de nosotros.

Siempre tendremos una urgencia por respirar

pero los días se acortan

y nada de nosotros es inmutable al desaliento.





13 Nov.



Hay un humo oscuro

que se hace lágrimas en el cielo.

El aroma de alguien de nosotros siempre trae recuerdos.





14 Nov.



La sierpe recorre la noche.

Ondulada y fría sabe recordarme con su paso

lo posible de las próximas ausencias.





15 Nov.



Unas gotas de sangre marcan el rumbo.

No voy a dejar mis nudillos

en la rugosa pared que me rodea,

aunque es cierto, que tal vez,

deba obviar la palabra en este día de ira.











16 Nov.



Soy demasiado humano para no perturbarme.

Creo que contemplar esta noche oscura

me deja tiznarme de lúgubres pensamientos.





17 Nov.



Todo lo que nos queda por vivir

apenas se pronuncia estos días.

Hay un silencio de pájaros,

la oscuridad se viste de nosotros

y nos queda morir cada hora

como si en el mundo supieran

que no va a volver amanecer.





18 Nov.



Regreso del mundo.

Escucho al viento rogar en los cipreses.

Nunca sabemos dónde está el final…

Uno sale de allí sabiendo que ha de regresar.





19 Nov.



¿Hay mayor pureza que el fuego?

En él dejo quemarse todas mis cartas no jugadas.

Solo queda ceniza como resumen de un año.



20 Nov.



La luz es la claridad del rayo.

Sobre nosotros se cierne su retorno.

En medio de la oscuridad

escuchamos en silencio los pasos de la tormenta.









21 Nov.



No somos más allá que un poco de lluvia.

Alargo las manos y siento el frío…

Resistir, sobrevivir al anuncio de un deceso.





22 Nov.



Las flores se marchitan en el búcaro.

Huelo el aroma del incienso.

Hacemos una peregrinación hacia “la nada”.





23 Nov.



Frente al amanecer somos de nuevo nosotros.

Nada nuevo que nos haga mejores

si acaso un poco más perdidos en el afán de trascender.





24 Nov.



Algunas palabras saben quedarse en nuestro corazón.

A pesar de todo, son parte de un epitafio

que nunca queda escrito…huellas solo en la sangre.





25 Nov.



Siento el frío como un latido que se expande en mi piel.

Todavía el mármol eriza las sombras.

¿Sabemos cubrir el miedo con el silencio?





26 Nov.



Hay una vela que deja la noche abierta a pensar.

Luz que humedece mis manos vacías de un poso de nostalgia.

Sigo respirando. Ese es el consuelo del insomnio.





27 Nov.



He recogido las cenizas.

Viene posándose en el aire una niebla de otoño.

Mi voz tiene un eco lejano que duele.





28 Nov.



Frente a frente siempre estás tú.

Mirarte a ti mismo y saber leer en tus ojos

el miedo del arrepentimiento…

No es la duda es la verdad sobre el tiempo perdido.





29 Nov.



El tiempo se hace dueño y señor de la palabra.

No andamos a oscuras

pero la noche tiene la arrogancia de saber todo de nosotros.





30 Nov.



Y ahora, una vez huérfanos de toda esperanza

solo nos queda camino por recorrer,

esa parte de la soledad que deja el invierno en los caminos.



f.



jueves, 22 de noviembre de 2018

La vida en la calle







La vida en la calle

En mi infancia, la vida en la calle era fundamental, por ella, mi mundo pequeño recibía todas las noticias nuevas, conocía seres increíbles de los que son esenciales en los cuentos y que te hacen crecer la imaginación.
Ya era curioso como en la casa de mi abuela, durante años, venían a dormir afiladores, varios de ellos, todos gallegos, que se deslizaban por Castilla hasta Aragón montados en sus bicicletas y que a la hora de la fresca, en las noches de verano, con su voz llena de música y mientras se liaban sus cigarrillos de caldo, me contaban historias que siempre parecían sacadas de su fantasía, llenas de bruma y lluvia…estos pasaban por las calles como lo hacen ahora, con su bicicleta llevada de la mano, sin decir nada pero silbando como entonces su chiflo y resonando en toda la calle su entrañable aviso.
Pero también pasaban, de vez en cuando, vendedores de olivas negras relucientes de su propio aceite, las cuales traían en los brazos con sus capazos de cáñamo y que vendían con la medida de pequeños cubiletes….me encantaba comer esas olivas con pan para merendar.
Un personaje inolvidable y a la vez que nunca he vuelto a ver en otro sitio era un hombre que gritaba "el madrilleroooo" y que vendía pescado de río, él tenía el toque exótico de cargar los peces en grandes platos que transportaba como los chinos.
También era curioso ver en mitad de la calle varear colchones, escuchar los golpes a la lana apelmazada y verla crecer de nuevo como un milagro.
El último que recuerdo era el personaje más misterioso, el que arreglaba los paraguas y estañaba los viejos cacharros de cocina, no sé si era siempre el mismo pero su apariencia sí, una especie de viejo buhonero, mal encarado, que carraspeaba con su voz grave y sus pies envueltos en grandes zapatos muy usados, gritando desde lejos su trabajo…"estañador, paragüero"…siempre dejando un tono de amenaza con su figura oscura y sudada.


Pocas veces vuelvo a mi pueblo y menos a subir por esas calles empinadas y con casas vacías llenas de tristeza, pero tengo en la memoria esas voces y sonidos con un eco que nunca se acaba de escuchar.

f.




miércoles, 21 de noviembre de 2018

Mueve tus caderas y cierne sobre mí esta dulce sensación








Mueve tus caderas y cierne sobre mí esta dulce sensación.
Ha rotado el sol, la tarde se desvanece y no hemos acabado el café.
Me sienta bien olvidarme de todo entre tus pechos
y dejarme mecer en el vaivén indescifrable de tu sexo.
Hay astros que encienden el atardecer,
pero entregado a tu cuerpo
no escucho el lamento de los perros
y me dan igual los mensajes que me guarda el teléfono.
Ella me llama a menudo,
quiere escucharme respirar en su oído,
sentir mi larga enfermedad
cuando yo le hablo de médicos y estados febriles.
Contigo prefiero deshacerme de los ángeles
y meterme hasta el cuello
en este pozo de agua caliente.
Las horas se me escapan vaciando mi instinto entre tus muslos,
aferrado a tus nalgas,
como si ellas fueran las últimas botellas de oxigeno de la tierra.


f.



domingo, 18 de noviembre de 2018

Suelto las nubes. Paro el tiempo











Suelto las nubes. Paro el tiempo.
Tú sabes como desembalar
este silencio que me ahoga.
Haces que abra mis manos,
que suelte los pájaros,
que apague los incendios,
y que cruce, con los párpados cerrados,
todos los bosques de la noche.
Contemplarte trae desde el Norte
una lluvia impensable,
una lluvia que deshace la luz de los astros,
cambia la ruta de los planetas,
arquea la línea del horizonte...
consigues que el mar se calme
y espere en la sombra tu voz y tu palabra.


f.