Todo el otoño me trae la humedad,
siembra la arrogancia que me expulsa de ti.
Algo de lo que la noche se olvidó quedó en tus ojos,
en tus mensajes del Msn echándome de menos
o en esas luces rojas que enciendes al amanecer
cuando miro por la ventana y te siento muy lejos.
Recordaré tu boca, anhelándome,
persiguiendo en mi piel las mariposas,
acechando en todos mis gemidos,
el saberte la dueña cuando me silencias
aunque estés entregada al deseo de otro.
Hay pocas cafeterías abiertas a estas horas,
tienen cierta tristeza en el sonido inequívoco
de la parsimonia de la radio
o en el ensordecedor bramido del calentador de la leche.
Hace frío, me sabe bueno este café caliente,
me hace pensar menos en lo que dejo
e intento no encender el móvil para no recordar tu nombre,
aunque tarde o temprano volverás a surgir detrás de la niebla
preguntándome por todas las mentiras que te debo.
f.
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